lunes, 22 de junio de 2009

Carta #5

Te cuento;

Cuando estuviste conmigo esa primera vez. Cuando era el primer día de esa primera noche en esa hora perfecta, en esos primeros segundos, en los que dos nos dábamos cuenta de que moríamos de amor--en ese momento estábamos en el cielo. Eso tiene que ser el cielo; estar eternamente enamorados del uno al otro. En el cielo nos conocimos, mi corazón aceleraba para alcanzar al tuyo... en ese momento nos metimos en un lugar en donde nos ahogamos en cada uno.

¿Quien me puede decir que el cielo no existe habiendo personas como tu?

¿Quien me puede mirar a los ojos y decirme que el amor es efímero e inexistente?

La siguiente mañana te dije con mis labios que te levantaras, Levantate, te dije, es de día ya, levantate porque, porque tengo hambre de amor, tengo hambre de ti. Me miraste sin saber la hora y con tus ojos me dijiste si.

La luz vino a través de la ventana. Los rayos de luz son ese guerrero que corre y golpea contra el cielo alimentado los arboles y las flores, el césped y las hojas. Tu me alimentas como el sol alimenta a todas las plantas. Esa mañana quería tenerte en mis brazos tan fuertemente, tan celosamente ¿lo hice? Yo recuerdo que quería morder tu quijada pero en vez de eso te bese. Todo ese día estaba borracho, borracho de ti, y olia a ti a través de todos los poros de mi cuerpo y ropa.

-Me

2008

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