martes, 23 de junio de 2009

Eso

Sin embargo uno siempre acababa por dejarlos pasar. Ya la costumbre era mucha pero aun así muchas veces gente tropieza con ellos especialmente cuando uno de esos viejos edificios es derrumbado para dar paso a más grandes hechos con el metaloide Z-4. Z-4 no se corroe con el agua ni requiere mantenimiento. Eso se lo había dejado su abuelo y Sofía no sabía bien por que—de hecho, Sofía no tenía la menor idea de que era. No le dejo la casa en los planos de África donde uno puede mirar a elefantes y leones desde la seguridad de sus paredes circulares; no le dejo el boleto biogenético donde ella pudiera cambiar de profesión, ya que hoy en día los padres escojen de ante mano la carrera de sus hijos. Mala suerte los padres de Sofía decidieron que ella fuera supervisora en la Oficina de Registros Generales. Ella nada mas sueña en ser enfermera y mas que enfermera un tipo de guerrero medico que viaje a través del mundo ayudando gente. Pobre de Sofía, el boleto se lo dejo a su hermano—ahora su hermano en vez de ser profesor de cálculos es un explorador espacial. El dinero se lo dejo a su hermana Carmen, y de seguro, piensa Sofía, ella lo va a utilizar para comprar un cambio de profesión. El hombre es un animal desconsolado y Sofía no entiendo por que su abuelo le dejo tan desdichado tesoro.

A ella no le afecta las circunstancias infinitas de un evento determinado, a ella no le interesa pensar en la vida de otras gentes, su cerebro no esta programado para eso, y desafortunadamente sus padres decidieron la carrera que iba a estar en demanda justamente cuando Sofía fuera a ser legal para tal trabajo. Ella sabe que muchas personas pagan miles de dólares para que sus hijos nazcan sabiendo ser doctores, ó abogados, ó curas que son los trabajos que dan mas dinero. El problema de este sistema es que personas con el conocimiento de ser sirvientes nunca tendrán el dinero para que sus hijos nazcan para ser doctores. En esta tan gran sociedad el dinero dicta tu futuro.

Sofía se pasa detenidamente viendo eso, lo detiene en sus manos, cosas así ella ha visto en la basura, en los edificios destruidos, en las calles… ¿Por que su abuelo le había dejado algo así? Ni siquiera puede entender lo que es. Espera. Sofía se detiene antes de llegar a su trabajo, se sienta en un café y se sumerge en los colores. Los colores le molestan, la hacen pensar en África, en aventuras, y ella mitiga las muchas cosas que pasan por su mente. Le molesta por que ella no es seducida por ese regalo pero por los colores que tiene. Le molesta por que su cerebro no esta entrenado para soñar, no es una red de pensamientos claros y precisos pero de transluciente raciocinio que eso genera en ella. Esto le molesta, de una forma raramente de oscura claridad ella quiere entender eso, corre las manos sobre esos colores pero nada mas siente lo frio de esa mañana, lo que si es seguro es que todos esos días monotonía le hacían ver cada día igual. Ahora el regalo de su abuelo cambia la rutina en vagos colores e incertidumbre.

Pide un café y el mesero la ve sin saber que esta haciendo con eso en sus manos, la mirada del mesero es de pregunta, si tan solo el supiera lo que nosotros sabemos que es que Sofía tampoco sabe lo que esta haciendo con el en sus manos. El mesero le trae el café—negro con dos cucharadas de azúcar y nada de crema—pero aun muriéndose de ganas no pregunta absolutamente nada, y se entiende, sus padres solamente pudieron comprarle el conocimiento para ser mesero y no se puede dotar el mismo de preguntarle a un cliente cosas tan triviales que complazcan solamente a uno, uno no existe eso seria egoísmo.

Sofía toma un trago del café.

Agita eso esporádicamente pero nada pasa.

Toma otro trago del café.

Lo pone cerca de su nariz y es un olor que no es familiar. Es una mezcla de tiempo y soledad, de medicina y alcohol. Claro eso debía de ser estaba junto a su abuelo cuando el esta muriendo, pero al parecer el se ha llevado a su tumba lo que es. Solamente el podía descifrar de eso algo de substancia. Su abuelo era el único que sabia de los sueños de Laura, ella lo ocultaba de sus padres por miedo a que la mandaran el genético general ¿Qué le daría el? Parte de ella no quería dejar de soñar y su abuelo era el único que también soñaba en la familia. ¿Ese olor será el olor de los sueños?

Toma otro trago del café.

Mueve ligeramente la parte que parece estar abierta. Que raro es pasar las manos por algo que es totalmente nuevo para ti, es como si estuvieras descubriendo a otro planeta—como si uno soñara despierto. Eso se parte en dos, o en tres, o en cuatro…ella pierde la cuenta en la centésima vez que se ha partido en ciertas de esas partes no ve mas colores sino una clase de simple dimensional foto. No es genérica, no es hecha por maquina, ninguna maquina pudiera hacer eso. No entiende, parece ser como la foto de un hombre encima de una clase de animal, pero los animales han muerto. Hoy en día la carne es hecha como se crece el trigo, como se hacen regimientos militares, hoy en día todo eso crece en una fabrica.

Toma otro trago del café, ya casi vacio.

Sofía se siente más confusa y parece que eso la ha puesto dentro de un laberinto, y ya el día no es igual. Los sueños ya se sienten reales nada mas deteniendo eso en sus manos. Lo inexplicable de ese objeto la hace pensar en todo lo inexplicable, en todo, en todo lo que puede ser.

No.

Ella es una supervisora, nada mas. Ella no puede soñar cosas que no pueden ser. Ella no puede tener cosas en sus manos que no puede entender ya que dudas dan espacio a pensamientos ilógicos—su abuelo es el único que entiendo cosas tan extrañas como eso. Sofía se para y tira eso a la basura junto con su café. Era lo que ella debía de hacer desde un principio, tirar eso a la basura. Le da un último vistazo cuando ella se retira a su trabajo y lo deja como una pregunta que nunca responderá, como ese sueño que nunca se hará realidad.

Entre esos colores del objeto uno puede entender en ese lenguaje antiguo ya olvidado, El Ingenioso Quijote de la Mancha.

3 comentarios:

  1. La literatura debe se seguir viva!

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  2. Hmmm... Me recordó a The Giver, aunque hace como 12 años que lo leí.
    ¿Es la imaginación reprimida, desactivada... que no se puede matar ni con la ciencia mas avanzada? Los sueños, anhelos, individualismo.
    ¿Que edad tiene Sofía?

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  3. Yo creo que el individualismo esta muriendo no? Sofía tiene 24 años, esta en esa etapa donde tiene que ver el mundo con sus propios ojos pero todos le dicen lo que tiene que ver. Pobre de Sofía, muchas veces no sabemos en que creer si en nuestros sueños o en el hecho de los hechos. Cual es el precio que vamos a pagar cuando la literatura muera por completo?

    y a esto... donde diablos esta el principito?

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